En este periodo la representación de las imágenes cambia como consecuencia de la experimentación del alto contraste de luces y sombras. La síntesis de iluminación que venia dándose desde hace unos años y la presencia de la mancha como factor expresivo, se sumaron a un giro en la temática central de las pinturas.
Le intención sigue siendo la misma, la de revalorizar las culturas de los pueblos indígenas mediante la representación de su vida cotidiana, en la cual manifiestan de manera evidente un equilibrio con la naturaleza y un respeto por el prójimo y por los recursos ambientales. Pero la representación cambia y se amplia para explorar no solo su modo de vida, sino el que podemos aprender nosotros y todas las culturas “modernas” de dicha relación entre el hombre y la naturaleza.
A nivel de representación hay variaciones en los personajes, que ya no solo se limitan a los representantes de ciertos pueblos indígenas, ahora son consideradas también otras razas ajenas e este estilo de vida, con fisiologías variadas y distintas a las que acostumbramos ver en acciones cotidianas de los pueblos indígenas.
La representación con este concepto gana libertad y permite que el lenguaje plástico sea también menos metódico e ilustrativo, al seguir con la representación en altos contrastes de luces y sombras los planos se manifiestan con más soltura, dando entrada a la mancha como elemento expresivo y a pinceladas más sueltas como método descriptivo de las formas representadas.
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